Capital administrativa de Bolivia, la ciudad de Nuestra Señora de La Paz, o simplemente La Paz, es sin ninguna duda una de las urbes más fascinantes de Latinoamérica. Su atmosfera cargada de historia, cultura, magia y tradiciones atrapa al turista que camina por sus calles y barrios.

Una de las características principales de la ciudad es su altura, ya que está ubicada a 3.650 msnm, lo que hace recomendable al visitante tomar ciertas precauciones. Es importante tener a mano pastillas contra el soroche, el mal de altura, que consiste en un malestar provocado por la elevada altitud. También el mate de coca es recomendado para personas que sientan mareos o dolores de cabeza.

La Paz está asentada entre cerros, con la hermosa imagen del Illimani en el horizonte. La imponente montaña, localizada en la Cordillera Real, tiene 6.462 m de altura, está cubierta de nieve y gana distintos tonos de colores de acuerdo a la hora del día, lo que proporciona un lindo espectáculo. Los más aventureros pueden animarse a escalarlo, dirigiéndose hasta Puente Roto, desde donde se inicia el ascenso, que exige dominio de técnicas de montañismo y una previa aclimatación.

Volviendo a la ciudad propiamente dicha, es interesante recorrer el centro y conocer lugares y edificios históricos del país. La plaza Murillo, donde se encuentran el Poder Legislativo y Ejecutivo, la Catedral Metropolitana, la Basílica de San Francisco, cuya construcción se inició en 1549, y la misteriosa y angosta calle Jaén son sitios de notable interés para el turista.

La ciudad tiene también varios templos antiguos, como el de San Pedro (1790), con arquitectura de fines del Barroco y principios del Neoclásico, de Santo Domingo (proyectado en 1609), con fachada barroca e interior en estilo neoclásico, y la Iglesia del Carmen, cuyo convento fue fundado en 1718 y con una bóveda gótica que hace contraste con el resto de la construcción, de tipo barroco.

El Paseo El Prado, ubicado sobre la importante avenida 16 de Julio y rodeado por edificios modernos y construcciones coloniales, y los Puentes Trillizos, notable obra de ingeniería compuesta por los puentes Kantutani, Choqueyapu y Orkojahuira, y con longitud de 2.000 m, son otros lugares por los que el visitante debe pasar en su estadía.

No puede dejar de mencionarse tampoco el Mercado de las Brujas, asentado en las calles Santa Cruz,  Illampu, Linares y Sagárnaga, en una zona donde surgió uno de los primeros barrios indígenas de la ciudad. Allí se venden plantas medicinales, amuletos de la suerte y hierbas aromáticas, entre muchas otros productos. Curanderos indígenas, llamados yatiris o kallawayas, ofrecen sus servicios para realizar curaciones y leer la suerte en hojas de coca.

Todavía dentro del área urbana, se puede ir a la Muela del Diablo, una gran roca de color rojizo, de unos 300 m y en forma de muela; diferentes leyendas circundan esta maravilla de la capital paceña. El turista no debe perderse tampoco la visita al Valle de la Luna, suerte de desierto de estalagmitas, y el Valle de las Ánimas, constituido por rocas erosionadas en hileras.

La Paz es, en suma, una ciudad de contraste entre lo moderno y lo ancestral, entre la civilización occidental y la civilización inca, entre la capital de edificios altos y la naturaleza en su estado más puro. Sus mercados y ferias son una excelente opción para adquirir productos tradicionales y conocer más acerca de esta fascinante capital latinoamericana.

Fotos: La Paz, por César Catalán; Mercado de las Brujas, por Limon.cl; Illimani, por Martin Tremblay (todas disponibles en Flickr)


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