Las ciudades de Bogotá, en Colombia, y La Paz, en Bolivia, viven una verdadera fiesta sobre las tablas, con la realización de sus respectivos festivales de teatro, los cuales cuentan con la participación de un sinfín de artistas llegados de varias partes del mundo y atraen a una incontable cantidad de espectadores, también desde diferentes sitios.

El Festival Internacional de Teatro de La Paz (Fitaz), que está en su octava edición, se inició el viernes y se extenderá hasta el 4 de abril, pone énfasis en la producción teatral boliviana, con la presentación de compañías destacadas, como Mondacca Teatro, de Diego Mondacca; Kiknteatr, de Diego Aramburo, que actualmente también dirige el renombrado Teatro de los Andes; Teatro La Cueva, cuya dirección varía según la obra; y Escena 163, de Eduardo Calla.

Entre las propuestas extranjeras, se puede nombrar «30 Grados de Frío», de la compañía española Teatro del Astillero, así como «Estupor y Temblores», de la directora francesa Layla Metssitane, al frente de la agrupación Teatre des Hommes. A su vez, Chile está presente con dos montajes, «Me Desordeno, Amor» y «La Casa de los Espíritus», esta última del Teatro de Cámara, y que está basada en la famosa novela homónima de la escritora Isabel Allende.

Por otra parte, la décima tercera versión del Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, considerado uno de los eventos teatrales más grandes del mundo, tanto por la cantidad de funciones como de gente involucrada, ya sea del público o de las compañías participantes. Este año, Rumania es el país invitado, pero obras de muchas otras naciones están presentes.

Desde el último jueves y hasta el 8 de abril, los bogotanos pueden apreciar diversos espectáculos de sala y de calle, la mayoría de ellas colombianas. Sin embargo, también hay montajes de Alemania, Argentina, Australia, Corea del Sur, España, Estados Unidos, Francia, Holanda, Italia, Reino Unido y Suiza, entre otros. Asimismo, diferentes actividades paralelas hacen parte de la programación del festival.

Tanto el festival de La Paz como el de Bogotá se realizan cada dos años y suelen atraer a visitantes de varios lugares, que llegan a ambas capitales para acompañar las nuevas propuestas de la dramaturgia latinoamericana y mundial. Se trata de un turismo cultural que beneficia la economía de esas ciudades, influyendo en sectores como el hotelero y el gastronómico, especialmente. El hospedaje y alimentación de los artistas involucrados también genera ingresos jugosos y deja importantes réditos en las dos capitales.

Foto: Festival Iberomaericano de Teatro de Bogotá, por Oscar David González (Flickr)


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